Que la tierra le sea leve a Barbara Shelley
Archivado en: Inéditos cine, Barbara Shelley, Que la tierra le sea leve, Fantastique británico
Acusado el óbito de Barbara Shelley -fue una de las ochocientas treinta víctimas que se llevó el Covid-19 el pasado día cuatro en el Reino Unido-, cumple recordarla mediado el amado siglo XX, antes de convertirse en una de las grandes damas de la Hammer, antes de presidir el panteón de la casa junto a Hazel Court, Dawn Addams e Ingrid Pitt. En fin, aquellas a las que ningún amante del cine de miedo menoscabaría recordándolas como meras hammerettes.
Pues bien, antes de acceder al parnaso del estudio del que manaba sangre, la gran Barbara (Londres, 1933) trabajó como modelo en Italia. Pero fue en su país donde llevó a cabo su primera creación cinematográfica, ya para la Hammer y a las órdenes del más destacado de sus maestros: Terence Fisher. Se trata de un personaje secundario en Mantrap (1953), el segundo de los subyugantes thrillers que el entrañable Fisher rodó a la mayor gloria de Paul Henreid. En sus secuencias, la encantadora Barbara incorporaba a una comentarista de desfiles de moda. El avatar no era baladí. Un par de años antes, siguiendo un consejo de su profesora de interpretación ante la preocupante timidez de su pupila, la propia Barbara se había desempeñado como maniquí.
Tras su debut, la carrera de la incipiente actriz prosiguió en Italia: I quattro del getto tonante (Fernando Cerchio, 1955), Mi hijo Nerón (Steno, 1956), Totó, Pepino y los forajidos (Camillo Mastrocinque, 1956)... Aquella era una época de esplendor del cine italiano, incluso Hollywood iba a rodar a Cinecittà. Todo parecía indicar que Barbara iba a convertirse en una estrella de la pantalla trasalpina, mas decidió regresar a Inglaterra.
De nuevo en casa protagonizó una revisión de La mujer pantera (Jacques Tourneur, 1942) que incluso en este infausto siglo XXI sigue mereciendo el respeto de la afición. The Cat Girl es su título y fue dirigida por Alfred Shaughnessy en 1957. Ya en el 58, la finada fue Kate Keiller, una de las reclusas del campo de concentración retratado por el gran Val Guest en The Camp of Blood Island.
Se acercó por primera vez al mundo de las almas en pena al dar vida a la enigmática Madeleine Duval de La sangre del vampiro (Henry Cass, 1958) que, aun contando con un guión de Jimmy Sangster y siendo toda una maravilla, es ajena a la Hammer. Esto no impide que Barbara comience a ser admirada por los aficionados al cine malsano e impío. Su timidez, que nunca llegó a superar del todo, imprimía cierto comedimiento a su interpretación, que al cabo iba que ni pintado para incorporar a las mujeres decimonónicas que pueblan las mejores historias de miedo,
Tras protagonizar el clásico de la ciencia ficción El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1960), John Gilling le confió a la Beth Venable de The Shadow of the Cat (1961), filme llamado a convertirse en otro clásico del terror británico. Fisher terminó de forjar la leyenda de la actriz en la pantalla de terror al encomendarle la Carla Hoffman de La Gorgona (1964) y la Helen de Drácula príncipe de las tinieblas (1966), uno de los mejores Drácula del estudio. Ese mismo año 66 dio vida a la Alicia de Rasputín, de Don Sharp.
Finalizada su colaboración con la Hammer en ¿Qué sucedió entonces? (1967), la que junto a Barbara Steele fue la gran dama del terror británico -aunque esta otra Barbara sí que hizo carrera en el gótico italiano-, madame Shelley se marchó entre aplausos, paulatinamente, entre poco más que apariciones esporádicas en la televisión británica.
La antena no le era ajena, ya había podido admirársela en algunas entregas de hitos de la historia catódica como Los vengadores (1961-1967), El santo (1962) o El agente de CIPOL (1965). Con el tiempo participó como actriz de reparto en numerosas series ajenas al fantastique británico del que fuera una de sus musas meridianas. Entre sus escasos regresos al género en la pequeña pantalla destacó su creación de Sorasta en Planet of Fire (Fiona Cumming, 1984), decimotercer episodio -en cuatro partes- de la vigésimo primera temporada de Doctor Who. El resto fue envejecer hasta el retiro en el 92. Que la tierra le sea leve a la inolvidable Barbara Shelley, toda una dama del terror.
Publicado el 6 de enero de 2021 a las 04:15.